Convierte el rechazo en resiliencia
En las ocasiones en que hay incertidumbre, cuando conseguir nuevos clientes se complica y los resultados que se esperan no acaban de llegar es cuando se revela el carácter verdadero de un emprendedor. Algunos se sienten abatidos, otros están irritados y enojados, lo que acaba causando que descuiden y acaben dejando sus proyectos. Hoy vamos a hablar de aquellos que aprovechan el rechazo y lo convierten en una fortaleza.
Hoy más que nunca requerimos de inspirarnos de aquellos que logran “sacar un pozo de agua de un desierto”
Aquellos que se atreven a probar formas nuevas de hacer las cosas cuando la gran mayoría opta por lo “seguro” Los que mantienen su compromiso de satisfacer a sus clientes y con la propuesta de valor de sus productos o servicios, aunque hayan tenido días en que no cerraran una sola venta Que un “no” lo convierten en energía para seguir adelante
Aunque, por supuesto es doloroso y puede provocarnos desesperanza y ganas de tirar la toalla, la verdad es que el rechazo se puede convertir en resiliencia, y por supuesto, en una oportunidad para ser mejores emprendedores. El rechazo es una experiencia por la que todo emprendedor pasará sí o sí, pero podemos hacer del mismo un aliado si aplicamos algunas prácticas:
1. Tener una buena inteligencia emocional.
Enfocarse tan sólo en los resultados del negocio hace que muchos emprendedores descuiden su salud emocional. Esa es la razón principal del fracaso de un proyecto, dejarse nublar por la ira o depresión hace imposible tomar buenas decisiones.
Tener una buena inteligencia emocional es más que nada conocerse a uno mismo. Eso puede lograrse a través de terapias o simplemente a dedicar tiempo a un diario donde se puedan expresar las emociones. Hay que ser conscientes de la gran cantidad de sentimientos y emociones por las que pasamos, para poder así ser capaces de distinguirlos a través de la “granularidad emocional”. Esa habilidad nos ayuda a adaptarnos rápidamente a las diferentes situaciones, sentir empatía, y claro, a darle al rechazo el lugar que realmente tiene.
Aceptar y animarnos a experimentar una amplia gama de sentimientos, aunque sean desagradables, evita que tomemos posturas autodestructivas en momentos de crisis. Un estudio de la Universidad George Mason, en EE.UU. reveló que las personas que son capaces de detectar y comprender sus emociones tienen menos probabilidades de refugiarse en el alcohol, las drogas o en la alimentación compulsiva.
2. Dale tiempo a cuidar tu bienestar
Así como la cuenta del banco de un negocio necesita fondos para poder afrontar los gastos, también nuestro cuerpo requiere reservas de energía para hacer frente a los momentos de angustia y decepción. Esto significa alimentarse bien, dormir ocho horas al día y hacer ejercicio. También incorporar prácticas de respiración consciente y meditación a nuestra rutina nos ayudará a mantener una mente equilibrada que pueda lidiar con el estrés adecuadamente.
Es importante también para nuestro bienestar físico contar con conexiones saludables y una vida social activa. Sólo a través de compartir nuestras experiencias y tomar en cuenta otros puntos de vista podremos ampliar nuestra perspectiva. Dedicar tiempo a tu familia, amigos o a tu pareja es una fuente inagotable de energía.
3. Ten tu propio ritual contra el rechazo
Sonará excéntrico o incluso espiritual, pero los rituales ayudan a reducir la ansiedad mientras mejoran la confianza. ¡Por algo han formado parte de multitud de culturas a lo largo de los siglos!
Un ejemplo sería que cuando recibas un correo de un cliente rechazando una propuesta, puedes salir a caminar, prepararte algo (saludable) de beber o incluso leer un poco. Así, cada “no” que recibas lo convertirás en una oportunidad de bajar de peso, mejorar tu alimentación o adquirir nuevos conocimientos.
No olvides que también es importante el acercarte a un grupo de personas con quienes puedas compartir tu frustración en esas situaciones, en especial en estos momentos de pandemia en que el trabajo a distancia lleva a muchos a sentirse aislados y ensimismados. Esas fuentes de apoyo pueden ser otros emprendedores, un mentor, tus colaboradores de mayor confianza o incluso un entrenador profesional.
